Se convierten en los mayores expertos internacionales en el campo de una familia de conchas marinas sin querer, por amor al arte. ¿Cómo iban a pensar Anselmo y Emilio que recogiendo esas conchas que iban surfeando hasta la costa sobre las lenguas del mar sacarían a la luz a cientos de especies desconocidas y cómo imaginar que su investigación batiría todos los récords con la extensión, descripción y registro de sus observaciones y oceánicas colecciones? Así es cómo dos inquietos jubilados españoles han realizado la más amplia y profunda investigación sobre microbiología conocida hasta la fecha, superando incluso a los estudios más ambiciosos elaborados durante la edad dorada de los exploradores del siglo XIX y consagrándose como los mayores especialistas en este área, tal y como revela el Museo Nacional de Historia Natural de París en el volumen nº 26 de la revista de investigación: Publicaciones Científicas del Museo de París.
La motivación por la búsqueda y la colección de conchas fue el impulso inicial que a Anselmo Peñas (de Sitges, Barcelona) y Emilio Rolán, médico y doctor en Biología por la Universidad de Santiago de Compostela (de A Guarda, Pontevedra) de 65 y 67 años respectivamente, les ha proporcionado la constancia, tesón y paciencia necesarias para lograr esta hazaña sin precedentes dentro del mundo de la investigación biológica y más concretamente en el campo de las taxonomías -la ciencia que estudia la clasificación de las diferentes especies biológicas-. Un tesoro donde se describen 209 especies nuevas de caracoles marinos que estos infatigables recolectores de conchas han recogido entre 480 páginas en una única investigación que ha presentado el Museo Nacional de París. José Templado, especialista en moluscos e investigador del departamento de Biodiversidad y Biología Evolutiva en el MSCN-CSIC, explica las causas de la relevancia de este estudio: “el trabajo de Anselmo y Emilio es fundamental porque faltan taxónomos en la ciencia. La presión curricular y la carrera por publicar artículos científicos no nos permite el lujo de analizar, comparar, y buscar. Requiere mucha paciencia y desde el punto de vista del curriculum de un científico no es rentable”.
Este par de intrépidos aventureros se dejó impresionar desde su juventud por los curiosos esqueletos de caracoles marinos -caracolas-, que las olas iban deslizando sobre la arena a su paso. A lo largo de su vida fueron coleccionando ejemplares conocidos y catalogados en los libros hasta que decidieron apadrinar nuevas especies hasta entonces desconocidas. Emilio relata cómo comenzó a picarle el gusanillo marino de la investigación desde los 27 años: “Primero las reuní, las ordené, luego les puse nombre y empecé a buscar sus relaciones. Pero después aparecieron cosas que no comprendía y que no estaban bien definidas, así que me puse a estudiar”. Y poco a poco llegó lejos: hasta 25.000 lotes de 200.000 ó 300.000 conchas repartidas entre su casa y exposiciones itinerantes son el testimonio de toda una vida consagrada a esta peculiar diversión aprovechando también sus ratos libres en el trabajo para entregarse a este gratificante divertimento: "Siempre he trabajado de médico pediatra, pero si en una guardia tenía un rato tranquilo me llevaba un manuscrito sobre moluscos y hacía las dos cosas”.
Por su parte, Anselmo comenzó como coleccionista de conchas, pero al profundizar en el estudio de estos seres vivos se dio cuenta de que necesitaba consultar a un especialista en la materia para saber más acerca de la superfamilia de los Pyramidelloidea, de modo que acudió al Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid para hablar con Templado, con el que también tenía contacto Emilio. En aquella reunión José Templado le concedió a Anselmo la categoría de experto en esa familia y desde el momento, ambos han estado explorando las costas del Mar Mediterráneo y la isla de Alborán -en Almería- analizando unas 650 especies, de las cuales 8 eran desconocidas. Emilio es presidente de la Sociedad Española de Malacología -organización que se dedica al estudio de los moluscos- desde 1992 y su compañero Anselmo le considera "el mayor experto en micromoluscos del mundo".
Philippe Bouchet, jefe de Malacología del Museo Nacional de Historia Natural de París encargó a estos dos jubilados la descripción de especies de micromoluscos recolectadas en los últimos 30 años y así es cómo desde el año 2000 hasta la actualidad los dos aficionados viajaron varios años en períodos de tres meses a París para describir 272 especies de caracoles marinos situados entre 100 y 1.700 metros de profundidad cerca de Nueva Caledonia, islas Salomón, Vanuatu, Fidji, Tonga y Polinesia, todo un reto que emprendieron con entusiasmo. Lo que no esperaban era encontrarse en el fondo de las grandes profundidades con 209 especies de caracoles sin registrar del género Turbonilla -de la familia de los Pyramidelloidea- ni con los que aún aguardan a ser revelados. La tarea entraña grandes dificultades debido al diminuto tamaño de las muestras de los exoesqueletos: de 2 a 4 milímetros, que tienen que ser escrupulosamente analizados mediante un microscopio electrónico, además que la falta de rádula o dentadura dificulta su diferenciación. Así es cómo Emilio manifiesta esta problemática: “Al ser muchas y muy pequeñas no se puede hacer una separación a simple vista, hay que hacer fotografías a microscopio electrónico, y luego ordenarlas. En total han sido 1.300 fotos. Es un trabajo enorme”. Pero ante estos gajes del oficio estos dos amateurs no cejarán en su empeño y proseguirán con este titánico esfuerzo y coraje durante los dos próximos años para compilar una segunda parte con estas especies que no dejan de sorprenderles, regalo de los mares para sus infatigables admiradores y exploradores.
FUENTE
Portal SINC:
PARA SABER MÁS
Vídeo:
Entrevista a Philippe Bouchet, profesor del Museo de Historia Natural de París:
Referencia bibliográfica:
Anselmo Peñas, Emilio Rolán. “Deep water Pyramidelloidea of the Tropical South Pacific Turbonilla and related genera”, Tropical Deep-Sea Benthos vol 26 Publications Scientifiques du Muséum, presentado el 15 de septiembre de 2010 en París.
AFICIONADOS??? Ya me gustaría a mi ser un aficionado así... Estos dos señores son SUPEREXPERTOS. Que hayan compaginado una vida laboral, con sus estudios malácologicos, da todavía más valor a sus publicaciones. No existe en el mundo, científico reconocido como tal, que sepa lo que ellos sobre pyramirellidos.
ResponderEliminarDe todos modos la mayor parte de su trabajo la realizaron siendo aficionados, por amor al arte, simplemente, por eso me llamó poderosamente la atención esta noticia.
ResponderEliminarPues sí, a mí también me gustaría ser una aficionada así.
ResponderEliminarY sí, son aficionados: se puede ser aficionado y experto al mismo tiempo, ¿por qué no?; una cosa no quita la otra. Aficionado tiene tres acepciones diferentes según el DRAE, yo uso la que tiene el significado de amante, apasionado de una materia. En ocasiones se utiliza con la connotación de iniciado en una materia o lego, (al igual que la expresión "amateur"), pero en este contexto no da lugar a esta interpretación, ya que un lego no podría abordar semejante investigación. Pongo el ejemplo de una asociación que yo conozco personalmente, la ASAAF (Asociación de Astrónomos Aficionados), donde una investigadora astrónoma ha descubierto hace casi un año un exoplaneta, o el ejemplo que
leí en un periódico de hace una semana, donde un físico afirmaba que la Astronomía es la única ciencia donde los aficionados contribuyen al avance de esta disciplina con sus observaciones y hallazgos, descubriendo nuevos fenómenos o exoplanetas, p.ej. y donde un aficionado puede ser un astrónomo con un título de licenciado o doctor o no. La diferencia para ser experto es un papel, hasta que no tienes el papel de doctor, hasta que no se te reconoce como experto por la comunidad científica no lo eres desde un punto de vista estricto o académico, aunque lo seas.
Hay que hacerse a la idea de que en este pais, hasta no hace mucho, los mejores trabajos sobre diferentes aspectos de la Naturaleza nacian de la mano de "aficionados": malacologia -y vaya dos ejemplos tenemos ahí-, ornitología, micología... Lamentable, pero cierto. Y es que cuando las cosas se hacen con devoción...
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